La meva cistella
No hi ha més articles a la teva cistella
Una aproximación a cómo integrar la tecnología educativa entre el profesorado
Ayudar al profesorado a introducir la tecnología educativa en sus clases empieza por respetar sus perspectivas
A veces me preguntan “¿Cómo convences a un profesor para que acepte la tecnología?” Después de años trabajando como profesor, instructor profesional para el desarrollo y ahora, investigador, he encontrado definitivamente la respuesta: “No les convences”. Creo que necesitamos parar de hablar tanto sobre tecnología. Cuando los tecnófilos como yo perciben que un profesor ha rechazado nuestros intentos para promover una nueva herramienta o aplicación, normalmente asumimos que esa persona no quiere aprender, pero es más complicado que eso. Los investigadores en educación Allan Collins y Richard Halverson escribieron su estudio “La segunda revolución educativa: repensando la educación en la era de la tecnología” en el 2012. En él se decía que aunque las tecnologías como los libros de texto o las pizarras habían formado parte de la educación, esas herramientas habían reforzado las normas culturales y estructurales existentes. Por otra parte, la tecnología digital a menudo amenaza el ideal en que los docentes basan su identidad: un solo experto enfrente de una única sala. Armados con aparatos móviles, el alumnado puede aprender de todo, de todos, donde sea y en cualquier momento. Esto debilita la autoridad y el control del profesor tradicional y puede ser increíblemente abrumador. Deberíamos tener en cuenta que un profesor puede evaluar determinadamente el uso de la tecnología dentro del contexto de su clase. Hace unos años, un administrador me preguntó que observase a diferentes profesores de una escuela de secundaria. La clase más potente no implicó un uso de los dispositivos, aunque durante el periodo, el profesor facilitó un pequeño grupo de discusión. Sus estudiantes le hacían preguntas reflexivas, escuchaban con respeto a sus compañeros e incorporaron el contenido de la clase. Escogió no utilizar aparatos, así que podían implicarse en la clase como una comunidad de aprendizaje. Con todo esto en mente, creo que lo que necesitamos es considerar tres preguntas distintas cada vez que trabajamos con compañeros que son reacios a utilizar la tecnología en clase.1. ¿Cuál es el objetivo más importante de la tecnología?
Después de mi observar al profesor que no utilizaban aparatos en sus clases, no le recomendé que los utilizasen más a menudo en ellas. Sin embargó, le sugerí que las utilizase después. Le mostré cómo podía utilizar la tecnología para expandir las conversaciones dentro de clase y empoderar a los estudiantes a compartir sus pensamientos. Muy a menudo, el profesorado se siente bombardeado por las buenas intenciones de sus compañeros, que promocionan diversas herramientas. En vez de promocionar la tecnología como una panacea, podríamos aproximar la tecnología educativa como una forma de ayudar a los estudiantes a identificar un problema que necesita resolverse o un objetivo que deberían conocer, y después enseñarles cómo una pieza específica en la educación tecnológica puede ayudarles.2. ¿Cuáles son las preocupaciones del profesorado?
Una vez trabajé con una profesora que decía “No” antes de que acabases tu propuesta. Pensé que solo necesitaba que la convenciese, así que seguí insistiendo para encontrar la tecnología perfecta que la convenciese. Cuando reflexioné sobre la situación, me di cuenta de que estaba focalizando en mi propio pensamiento. Trabajé con esa rutina, y me di cuenta de que la profesora creía que era una educadora experta en su ámbito y una líder en su facultad. Tener que aprender una nueva tecnología le retaba a como se veía a si misma y cómo les demás le percibirían. Y se preocupaba enormemente por sus estudiantes y sus clases. Al final, hice una aproximación totalmente distinta. No era suficiente para ella entender que el gran objetivo de la iniciativa que le hacía: necesitaba brillar como líder. Cuando me acerqué con una estrategia que le permitía liderar, se mostró predispuesta. Para conseguirlo miré las cosas desde su punto de vista. Un protocolo llamado “Think, Feel, Care” (Piensa, Siente, Dale importancia) desarrollado por investigadores del Proyecto Zero de la Agency by Design, es muy útil en situaciones como esta:- Piensa: ¿Cómo entiende esa persona su posición en la escuela y su rol dentro de ella?
- Siente: ¿Cuál es la respuesta emocional de esa persona delante del cambio o de la idea (en este caso, la tecnología) y cómo le afecta a su posición?
- Dale importancia: ¿Cuáles son los valores, prioridades y motivaciones? ¿Qué es importante para esa persona?